martes, 5 de marzo de 2019

jueves, 29 de noviembre de 2018

El Gabinete de Dibujos del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se compone de algo más de 15.300 dibujos, que fueron en su origen un elemento esencial para la enseñanza.

Es la mayor colección de su género en España, con obras del siglo XVI hasta el siglo XX. La mayor parte de ellos, más de la mitad del fondo (alrededor de 9.500), son propios de la corporación, fruto de su labor como centro docente y formativo de arquitectos, pintores, escultores y grabadores desde su fundación en 1752. Este conjunto, que está integrado por la serie de dibujos arquitectónicos, por una parte –la más voluminosa- y por las pruebas de examen, premios y estudios, por otra, es de la mayor relevancia e interés. Constituye un verdadero tesoro para el conocimiento de las Bellas Artes y su desarrollo en España, por lo que es muy consultado por investigadores y especialistas. A este conjunto hay que añadir la serie de Monumentos Arquitectónicos de España, una relevante empresa del siglo XIX, de acuerdo con las competencias de la Academia en la protección y conservación del patrimonio histórico-artístico de nuestro país.

Bienvenida del presidente

 
 
Desde el 8 de enero de 2015, al incorporarme oficialmente como director de la Real Academia Española (RAE) tras las elecciones celebradas por nuestra corporación el 11 de diciembre de 2014, tengo también el honor y la responsabilidad de ocupar la presidencia de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), tal como se prevé en sus vigentes estatutos.
Desde aquel momento, adquirí gustosamente el compromiso de ofrecer todo mi apoyo y colaboración a cada una de las veintitrés academias que forman la ASALE, esenciales en la tarea común de trabajar en favor de la unidad de la lengua en el ámbito hispanohablante.
El nacimiento de la ASALE, en 1951, está íntimamente vinculado a México, país del que partió esta feliz iniciativa, auspiciada por su entonces presidente, Miguel Alemán, con una visión de futuro que merece ser reconocida y recordada con especial afecto. En 2015, México ha vuelto a tener un protagonismo especial en la vida de la ASALE porque se ha celebrado allí, en la capital federal, el XV Congreso de la Asociación, que ha elegido nuevo secretario general: el académico venezolano Francisco Javier Pérez, que sucede en el cargo a Humberto López Morales tras dos décadas de brillante mandato.
Uno de los acuerdos del XV Congreso ha sido precisamente la concesión de la Medalla de Oro de la ASALE a Miguel Alemán, a título póstumo, y a Humberto López Morales.
México fue la mejor antesala de otro gran acontecimiento en el que participaron, como ya es tradición, el Instituto Cervantes, la RAE y la ASALE: el VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que tuvo lugar en Puerto Rico en marzo de 2016.
Este portal electrónico de la ASALE, presentado en Panamá en 2013, aspira a ser el escaparate en el que se reflejen las actividades tanto de la Asociación como de cada una de las corporaciones que la componen. Las posibilidades de la tecnología, y más concretamente de las aplicaciones que se pueden consultar y difundir a través de la Red, constituyen una herramienta básica para dar a conocer los trabajos de la ASALE, plasmados en la eficaz política lingüística panhispánica desarrollada en los últimos años.
En abril de 2014, tuve el privilegio de hablar sobre El futuro de la palabra en la era digital en la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, CANIEM. En aquella ocasión expresaba algunas inquietudes sobre el futuro que nos depara el uso de las nuevas tecnologías:
«Cuando se habla de la digital divide, de la quiebra digital, se alude a la diferencia discriminativa e insalvable que se puede establecer en cuanto al uso y disfrute de las nuevas tecnologías por parte de los distintos países, sociedades o grupos sociales. Pero a mí me interesa también la posible quiebra digital entre generaciones. Que dejemos de hablar un mismo lenguaje y, sobre todo, que dejemos de compartir protocolos comunes para el desarrollo del pensamiento. No que dejemos de pensar igual, lo que es imposible, amén de inconveniente, sino conforme a una lógica sustancialmente común, fruto de determinados procesos cognitivos, compartible entre nosotros y nuestros hijos y nietos, o nuestros alumnos».
Pero mi mensaje, al margen de lanzar algunos interrogantes razonables, no pretende ser en modo alguno catastrofista. Todo lo contrario. Soy optimista por naturaleza y creo que los desafíos están para afrontarlos: no son insuperables. En la ASALE tenemos estos y otros retos por delante, pero siempre con la mirada puesta en el objetivo común que señalaba al comienzo de estas líneas: el trabajo en favor de la unidad de esta lengua común que compartimos quinientos millones de hispanohablantes en el mundo.
En una mesa redonda dedicada a esta cuestión fundamental, que tuvo como escenario la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) en 2014, concluía mi intervención citando estos hermosos versos de la premio nobel polaca Wisława Szymborska, que quiero también reproducir aquí:

Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.


Darío Villanueva
Presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española
 

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona. Cacerías de perdices en España. 1976-1991

miércoles, 19 de septiembre de 2018

El Rey
historia de la monarquía. Volumen III

                
  • Editor/a José Antonio Escudero
                                
  • ISBN: 9788408080657
  • Editorial: Editorial Planeta                                
  • Lugar de la edición: Barcelona. España

José Antonio Escudero, autor.

martes, 18 de septiembre de 2018

Studio Peregalli by Massimo Listri

Laura Sartori Rímini and Roberto Peregalli
 
 
 
 


lunes, 17 de septiembre de 2018

La Princesa Irene de Grecia y Dinamarca (1904-1974), Reina de Croacia.


Mujer de gran valía intelectual y de notable elegancia, la princesa Irene tuvo que hacer frente a lo largo de su vida a no pocos reveses del destino, como el largo exilio o incluso la prisión a manos de las autoridades nazis. Hoy, pues, dedicamos estas líneas a la Duquesa de Aosta, Irene de Grecia y Dinamarca. Nació la futura Soberana croata el 13 de febrero de 1904 en Atenas, siendo la quinta hija del futuro rey Constantino I de Grecia (1868-1923) y de la princesa Sofía de Prusia (1870-1932), después tres varones y de su hermana Elena (1896-1982). Nueve años después del nacimiento de Irene llegaría la benjamina de la familia, la princesa Catalina (1913-2007), quien se convertiría en su mejor amiga y en un apoyo constante a lo largo de su vida. La infancia de la Princesa transcurriría sin grandes sobresaltos, lo que le permitiría recibir una amplia formación, convirtiéndola en políglota y amante del arte.   
 
A los trece años, su padre, ya Monarca, fue obligado a abdicar en favor de su hijo Alejandro (1893-1920), por lo que Irene se trasladó con sus padres al exilio suizo.  El rey Alejandro reinaría Grecia poco más de tres años, una vez que en 1920 moriría de forma trágica a causa de una infección producida por la mordedura de un mono. El pueblo griego conmocionado, en plebiscito, pediría entonces de forma abrumadora el regreso del rey Constantino, quien ocuparía el trono por un período de dos años, tras los cuales volvería a abdicar, esta vez a favor de su hijo Jorge (1890-1947). Esta nueva renuncia de su padre – quien moriría apenas un año después - llevaría por segunda vez a Irene al destierro, esta vez en Italia y en compañía de su madre y de su querida hermana Catalina.
En tierras italianas, la joven Irene no quiso llevar la vida regalada y ociosa que le habría correspondido como hija y nieta de Reyes. En Florencia, la Princesa griega, siempre muy solidaria, decidió formarse como enfermera en un hospital local. Por las noches, la joven disfrutó como una chica más de su edad de las noches de Florencia, visitando con asiduidad los salones de baile y convirtiéndose poco a poco en una celebridad en la ciudad transalpina.                
 
                     
Casó con el Duque de Espoleto y futuro Duque de Aosta, el príncipe Aimón. La joven había conocido a este aristócrata italiano – cuyo bisabuelo era el rey Víctor Manuel II (1820-1878) – en una fiesta de exiliados griegos en Italia en la que los dos habrían quedado prendados el uno del otro. El Príncipe, hombre muy apuesto y muy aficionado al alpinismo, llegó a romper la relación formal que mantenía con la infanta Beatriz de España (1909-2002). Pese a que en la corte griega se consideró que el matrimonio no cumplía con las expectativas creadas en torno a la princesa Irene, ésta se negó a renunciar al amor. Los Príncipes casarían finalmente el 1 de julio de 1939 en Florencia.                                        
Apenas tuvieron los recién casados tiempo para disfrutar de su sincero amor. El estallido de la Segunda Guerra Mundial supondría un auténtico terremoto en todos los aspectos de la vida de los europeos, incluida la de los Príncipes. La princesa Irene decidiría alistarse en la Cruz Roja y llegaría a viajar a la Unión Soviética para auxiliar a los heridos del conflicto. Su labor, calificada por muchos de heroica, solo terminaría cuando quedara embarazada de su único hijo, el príncipe Amadeo (1943).
Al mismo tiempo, el príncipe Aimón se vio inmerso en una operación política que le colocaría en el trono de Croacia. El llamado Estado Independiente de Croacia había sido creado en 1941 como un país títere al servicio de fascistas alemanes e italianos. Al rey Víctor Manuel III se le encargaría la tarea de designar un Monarca para este país. El Soberano transalpino se decidiría por su primo, el príncipe Aimón, quien en primera instancia se negó a aceptar el ofrecimiento. Es conocido que la princesa Irene llegó a entrevistarse con varios consejeros del Rey italiano, intentando por todos los medios evitar la coronación de su marido. Finalmente, y sometido a una presión más que considerable – algunas fuentes apuntan incluso a graves amenazas -, el Príncipe dio su brazo a torcer y se convirtió en Rey de Croacia con el nombre de Tomislav II. De este modo, la princesa Irene se convertía en Reina. Influenciado por su esposa – que temía ser víctima de un atentado en tierras croatas -, el nuevo Rey ni siquiera llegó a viajar a su nueva nación, gobernando vagamente desde su oficina en Roma. La reina Irene tampoco gustaba que se la denominara majestad en los actos públicos y siempre subrayaba, para desagrado de las autoridades italianas, que ni ella ni su marido nada tenían que ver con Croacia, país que les resultaba totalmente extraño.   
Tras el armisticio de Italia y el fin del régimen de Mussolini, el rey Aimón abdicó del trono croata. Comenzaría así un calvario para Irene y su familia, una vez que serían detenidos por los alemanes y llevados a campos de trabajo tanto en Austria como en Polonia. No sería hasta 1945, coincidiendo con la derrota de los alemanes, cuando serían liberados de nuevo. Pese a las penurias vividas, la princesa Irene siempre mantuvo una postura digna, negándose a recibir privilegios por su condición y compartiendo el infortunio con sus compañeros de cautiverio.
 
Irene de Grecia y Dinamarca, Duquesa de Aosta. 2.Ernesto Augusto de Hanover 3.Federica de Hanover. 4.Pablo de Grecia y Dinamarca 5.Victoria Luisa de Prusia
 
De vuelta en Italia, la relación con su marido se deterioró hasta el punto que cuando en 1947 se proclamó la República italiana, ambos eligieron destinos diferentes para marchar al exilio. El Príncipe viajaría a Sudamérica, mientras que la Princesa y su hijo, el príncipe Amadeo, optaron por Suiza. El contacto familiar prácticamente se desvaneció. Amión moriría en Buenos Aires en 1948, sin poder soportar los rigores del destierro.
Los últimos años de vida los pasará la princesa Irene al lado de su hermana Elena de regreso en Italia, en Fiesole. Allí morirá el 15 de abril de 1974 a la edad de setenta años. Sus restos mortales descansan en la Cripta Real de la Basílica de Superga, en Turín, en donde se entierran tradicionalmente los miembros de la Casa de Saboya.
Coat of arms of the savoy-aosta line