viernes, 26 de junio de 2015

Baronesa de Staël-Holstein

(Germaine Necker, baronesa de Staël-Holstein; París, 1766 - 1817) Escritora francesa. Era hija de Jacques Necker, director del tesoro real (1776) y de las finanzas (1777) bajo Luis XVI. En el salón de su madre conoció, entre otras personalidades, a D'Alembert, Buffon, Chamfort y Grimm. En 1786 contrajo matrimonio con el barón de Staël-Holstein. Al estallar la revolución de 1789, convirtió su salón de la rue du Bac en uno de los principales centros literarios y políticos de la capital.
A la caída de la monarquía abandonó París (1792) y viajó a Gran Bretaña (1793) y a Suiza (1794), donde conoció a Benjamin Constant, con quien, hasta 1808, sostuvo relaciones sentimentales. Tras su regreso a Francia (1795) y un nuevo exilio, se instaló en París en 1797. Intentó ser la inspiradora de la política de Napoleón, pero éste desconfiaba de sus ideas liberales. Apoyó a Constant cuando éste se opuso al autócrata (1803) y de nuevo tuvo que volver al destierro.
Durante diez años alternó sus estancias en el castillo de Coppet con numerosos viajes; en 1804 conoció a Goethe y a Schiller en Alemania y emprendió un viaje por Italia. De 1812 a 1813 recorrió diversos países europeos y, tras la caída de Napoleón, regresó a París, donde abrió de nuevo su salón.
Fue mujer de carácter difícil e imponente; sabedora de que el barón de Staël suponía un impedimento para la consecución de su felicidad, y si tenemos en cuenta que el marido doblaba en edad a la joven Germain (además de que el matrimonio fue casi una imposición de los padres de esta) nuestra protagonista no tuvo reparos en mantener numerosas relaciones extra conyugales en las que el propio barón nunca se inmiscuyó. Con estas palabras se refería Madame de Staël al que fuera su primer marido: “perfectamente honesto, incapaz de decir o hacer tonterías, mas estéril y sin nervio: si no me hace infeliz, es porque no osa inmiscuirse en mi felicidad”. Necker aseguraba que la libertad era la única vía posible para obtener la felicidad, tanto en el ámbito político como en el personal. Vivió en primera persona los ecos prerrománticos alemanes que se dejaban escuchar en Francia (Novalis, los hermanos Schlegel, Schiller, Tieck o Wackenroder). En uno de sus más importantes obras, De la influencia de las pasiones, leemos: “Nada hay más penoso que el instante que sucede a la emoción: el vacío que deja tras sí nos causa una mayor infelicidad que la privación misma del objeto cuyo deseo nos excitaba. Lo más difícil de soportar para un jugador no es haber perdido, sino dejar de jugar”.
Fuente: El vuelo de la lechuza (apuntes de Sociofilosofía y Literatura)

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