Todos los monarcas europeos (salvo los reyes ingleses) han sido proclamados ante los parlamentos por lo que la última gran ceremonia de coronación, plagada de rituales, fue la de Isabel II, el 2 de junio de 1953. La soberana -de la que el rey Faruk dijo que a finales del siglo XX querían solo 5 reyes en Europa, ella y los 4 de la baraja- tuvo la más suntuosa y simbólica ceremonia y fue la primera a la que se pudo contemplar por televisión y que vieron 20 millones de súbditos británicos.
Nunca antes el pueblo soberano había podido contemplar los mil y un detalles y procesos que envuelven un aparato complejo y delicado como pocos. La última vez que se había coronado a un rey fue la de Jorge VI el 12 de mayo de 1937, cuando la entonces princesa tenía 11 años. Un año después de la muerte de su padre y siendo ya reina de pleno derecho, Isabel fue la protagonista de la ceremonia que, durante 900 años, había tenido lugar en la abadía de Westminster. La reina Isabel es la monarca número treinta y nueve en ser coronada y la sexta reina por derecho propio.
La coronación fue uno de los primeros eventos en ser retransmitidos por televisión y para muchos británicos fue la primera vez que veían algo retransmitido ya que no había demasiados aparatos entonces. Se calcula que un total de 27 millones de telespectadores vieron la ceremonia y más de 11 millones escuharon la retransmisión por radio. Más de 2000 periodistas y 500 fotógrafos de 91 países. Los cámaras fueron seleccionados por su altura ya que los espacios que debían ocupar eran muy pequeños. Una de las periodistas acreditadas como corresponsal del Washington Times Herald fue Jacqueline Bouvier, la que más tarde sería la primera dama Jackie Kennedy. Entre las grandes noticas de aquel día se coló una que sería muy celebrada: el alpinista británico Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay habían coronado el Everest. Aquel 2 de junio de 1953 sería un gran día para recordar.
Fuente: Vanity Fair
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