jueves, 29 de noviembre de 2018

Bienvenida del presidente

 
 
Desde el 8 de enero de 2015, al incorporarme oficialmente como director de la Real Academia Española (RAE) tras las elecciones celebradas por nuestra corporación el 11 de diciembre de 2014, tengo también el honor y la responsabilidad de ocupar la presidencia de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), tal como se prevé en sus vigentes estatutos.
Desde aquel momento, adquirí gustosamente el compromiso de ofrecer todo mi apoyo y colaboración a cada una de las veintitrés academias que forman la ASALE, esenciales en la tarea común de trabajar en favor de la unidad de la lengua en el ámbito hispanohablante.
El nacimiento de la ASALE, en 1951, está íntimamente vinculado a México, país del que partió esta feliz iniciativa, auspiciada por su entonces presidente, Miguel Alemán, con una visión de futuro que merece ser reconocida y recordada con especial afecto. En 2015, México ha vuelto a tener un protagonismo especial en la vida de la ASALE porque se ha celebrado allí, en la capital federal, el XV Congreso de la Asociación, que ha elegido nuevo secretario general: el académico venezolano Francisco Javier Pérez, que sucede en el cargo a Humberto López Morales tras dos décadas de brillante mandato.
Uno de los acuerdos del XV Congreso ha sido precisamente la concesión de la Medalla de Oro de la ASALE a Miguel Alemán, a título póstumo, y a Humberto López Morales.
México fue la mejor antesala de otro gran acontecimiento en el que participaron, como ya es tradición, el Instituto Cervantes, la RAE y la ASALE: el VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que tuvo lugar en Puerto Rico en marzo de 2016.
Este portal electrónico de la ASALE, presentado en Panamá en 2013, aspira a ser el escaparate en el que se reflejen las actividades tanto de la Asociación como de cada una de las corporaciones que la componen. Las posibilidades de la tecnología, y más concretamente de las aplicaciones que se pueden consultar y difundir a través de la Red, constituyen una herramienta básica para dar a conocer los trabajos de la ASALE, plasmados en la eficaz política lingüística panhispánica desarrollada en los últimos años.
En abril de 2014, tuve el privilegio de hablar sobre El futuro de la palabra en la era digital en la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, CANIEM. En aquella ocasión expresaba algunas inquietudes sobre el futuro que nos depara el uso de las nuevas tecnologías:
«Cuando se habla de la digital divide, de la quiebra digital, se alude a la diferencia discriminativa e insalvable que se puede establecer en cuanto al uso y disfrute de las nuevas tecnologías por parte de los distintos países, sociedades o grupos sociales. Pero a mí me interesa también la posible quiebra digital entre generaciones. Que dejemos de hablar un mismo lenguaje y, sobre todo, que dejemos de compartir protocolos comunes para el desarrollo del pensamiento. No que dejemos de pensar igual, lo que es imposible, amén de inconveniente, sino conforme a una lógica sustancialmente común, fruto de determinados procesos cognitivos, compartible entre nosotros y nuestros hijos y nietos, o nuestros alumnos».
Pero mi mensaje, al margen de lanzar algunos interrogantes razonables, no pretende ser en modo alguno catastrofista. Todo lo contrario. Soy optimista por naturaleza y creo que los desafíos están para afrontarlos: no son insuperables. En la ASALE tenemos estos y otros retos por delante, pero siempre con la mirada puesta en el objetivo común que señalaba al comienzo de estas líneas: el trabajo en favor de la unidad de esta lengua común que compartimos quinientos millones de hispanohablantes en el mundo.
En una mesa redonda dedicada a esta cuestión fundamental, que tuvo como escenario la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) en 2014, concluía mi intervención citando estos hermosos versos de la premio nobel polaca Wisława Szymborska, que quiero también reproducir aquí:

Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.


Darío Villanueva
Presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española
 

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